Hoy martes 8 diciembre de 2015 a puertas de despedir el año, te voy a escribir sobre una enfermedad que afecta a la
boca, y que en estas fechas esperemos no sufrir, ya que, es muy molesto a parte
de ser algo grave.
Hablo del absceso dental, que consiste
en la acumulación de material purulento o lo que es lo mismo de pus en el
centro de un diente provocado por una infección bacteriana.
Esto puede ocurrir al complicarse una
caries dental, al romper un diente o al recibir un golpe.
Al igual que poseer un esmalte dental mal cuidado, con
aberturas o grietas que favorecen a las bacterias a que infecten la pulpa o lo que
llamamos el centro del diente.
Ésta infección como ya he dicho,
ocasiona una acumulación de material purulento e inflama los tejidos internos
del diente, causando un dolor muy fuerte. Asimismo, el primer síntoma que se
puede dar es un dolor de muelas intenso, que se puede definir como agudo,
pulsátil o punzante.
Otros síntomas comunes son:
- Mal aliento.
- Fiebre.
- Dolor al comer.
- Sensibilidad al calor y al frío.
- Zona mandibular superior o inferior inflamada.
- Hinchazón en la encía, en el lugar del diente infectado. Como muestro en la siguiente imagen:
Este tipo de lesión puede afectar a
gente de diferentes edades. En este caso te cuento lo que he vivido con mi
paciente, Alberto un chico joven, de 26 años concretamente.
El tratamiento que recibe son
antibióticos para poder contrarestar la infección, enjuagues con clorhexidina
para limpiar la zona infectada, analgesia para combatir la fiebre y el fuerte
dolor.
Como este tratamiento no es suficiente
en la situación de Alberto, otra opción es recurrir a la cirugía para drenar el
absceso y por eso es hospitalizado.
A continuación, expongo el antes y el después de la intervención de Alberto, en la segunda fotografía se ve el drenaje del absceso dental que le hemos realizado:
Una vez hecho esto, su pronóstico es
bueno, la infección va curando y se puede salvar el diente.
Las posibles
complicaciones que podrían ocurrir si la cirugía no resultase eficaz serían:
- Como ya he mencionado, la pérdida del diente.
- Infección de la sangre por sepsis.
- Propagación de dicha infección a otro tejido o a la mandíbula (osteomielitis mandibular).
- Propagación de la infección a otras áreas del cuerpo llegando a producir una endocarditis o una neumonía.
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