Aunque ya hice mis 28 entradas mínimas para el trabajo, no me puedo despedir sin escribir una más sobre este tema tan importante. Hoy vengo a hablaros del alcohol.
No voy a explicaros nada que no sepáis ya, que beber es malo, que si bebes no conduzcas...
Sino que vengo a hablaros de un par de pacientes que me encontré en mi primera semana de hospital. Son dos casos muy curiosos, ambos con traumatismos craneoencefálicos. Un joven de 25 años y un anciano de 75. Al joven lo llamaré Antonio y al anciano Luis.
Os voy a explicar el caso de Antonio. Antonio en una noche de juerga se pasó un poco con el alcohol, cogió el coche, llegó a casa y al salir del coche se tropezó con un bordillo y se dio un fuerte golpe en la cabeza. La policía llegó y como es normal se le hizo una prueba de alcoholemia. ¿Sabéis cual fue la sorpresa de todos? Sí, era lógico que superaba la tasa máxima para conducir (0.25) pero lo impactante es que no la duplicaba ni triplicaba sino que tenía una tasa de alcoholemia de 2.7. Tal fue el impacto de todos que cada vez que entrábamos en la habitación de este paciente alguien lo nombraba como alucinados.
La siguiente gráfica parece un poco contradictoria, porque se observa que a mayor tasa de alcohol ingerido, menor probabilidad de morir en un accidente. Sin embargo, esto es así porque con tasas más bajas la visión se nubla y afecta por lo tanto, a la conducción. Pero no por ello al beber más se tiene más probabilidades de sobrevivir, ya que cuando más alcohol los daños en un accidente serán más graves. Lo que si es cierto, es que no mucha gente conduce con una tasa superior a 0.49 por lo que, consecuentemente, el porcentaje de fallecidos es menor.
El caso de Luis es similar, también sufrió una caída. Pero en este caso, Luis no bebía por diversión, sino porque ya era un alcohólico.
Estaba ingresado por el golpe que se llevó en la caída agravado por el alcohol que llevaba en el cuerpo. Sin embargo, de este paciente me gustaría destacar que era un hombre normal durante mi turno de mañana, pero por la noche se alteraba demasiado según me contaban a la mañana siguiente. Yo al principio no tenía ni idea de a que se debía esto, hasta que un día me explicaron que era por el síndrome de abstinencia, llevaba ingresado unas semanas, las mismas que llevaba sin beber por lo que por las noches se agitaba. Tal era la agitación que una mañana la mujer nos contó que tenían que atarlo a la cama porque lo primero que hacía era intentar pegarle hasta matarla.
Con estos dos casos solo pretendo hacer ver a todo el mundo lo malo que es el alcohol, no solo una vez que lo llevas en el cuerpo, sino también cuando tu cuerpo se habitúa a el y te pide más y más incluso haciéndote hacer cosas que sobrio no harías.
Os dejo otro gráfico en el que se observa que claramente el alcohol es la más mortal de las sustancias ingeridas aunque también hay que decir que dependiendo de la cantidad absorbida (y que el alcohol es la droga más ingerida).
Y hasta aquí mi entrada. Con este tema tan importante me despido. Espero que os haya gustado nuestro blog y que hayáis aprendido cosas nuevas al igual que nosotras al hacerlo.
¡Hasta pronto!
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