Llega el invierno y con el los siempre no bien recibidos resfriados, gripes... nuestro sistema inmune no siempre puede ganar contra los virus, por eso cuenta con los ya conocidos anticuerpos. Estos virus tienen antígenos que reconocen nuestros anticuerpos. Cada anticuerpo es específico para un antígeno particular. De forma que cuando el epítopo del antígeno se une al punto de combinación del anticuerpo se forma un complejo y una vez formado se desencadena una reacción. Esta puede desencadenarse de dos maneras:
La primera manera es una acción directa del anticuerpo sobre el agente invasor y esta acción directa puede ser según varios mecanismos que son los siguientes:
1 Neutralización: es el mecanismo más simple de destrucción del antígeno. Consiste en que los anticuerpos al unirse al antígeno bloquean en ellos los lugares específicos en donde se encuentran las toxinas. De este modo los antígenos no pueden unirse a las células de los tejidos. Después el complejo antígeno-anticuerpo va a ser fagocitado y digerido. Este mecanismo lo tiene principalmente la inmunoglobulina G.
2 Aglutinación: consiste en que los anticuerpos se puedan unir a varios lugares del antígeno produciendo la aglutinación de ese antígeno. La aglutinina más importantes es la inmunoglobulina M y después la inmunoglobulina G.
3 Precipitación: es el mecanismo por el cual un antígeno soluble cuando se une a su anticuerpo forma un complejo insoluble que precipita para después se fagocitado y digerido. La precipitina más importante es la inmunoglobulina E.
4 Lisis; se produce cuando el anticuerpo es tan potente que puede romper la membrana celular del microorganismo del antígeno. La inmunoglobulina G, la A y la M presentan esta capacidad.
La segunda manera no es directa sino que es mediante la activación del sistema del complemento. Es el principal método de destrucción de antígenos celulares.
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