Muchos de nuestros pacientes necesitan oxígeno y ventilación por enfermedades o insuficiencia respiratoria. Es importante conocer el material para cada caso, los más utilizados son las gafas nasales y las mascarillas además de ser los más cómodos.
Las gafas nasales, también denominadas cánulas nasales, constan de un tubo de plástico o
silicona con dos púas. Para su colocación, se introduce una púa en cada
orificio nasal, dejando la prolongación del tubo por encima de ambos
pabellones auriculares. Hay distintos tamaños para neonatos,
niños y adultos. Son relativamente cómodas y bien toleradas, permiten alimentación por boca
y hablar sin dificultad.
Las mascarillas son dispositivos de plástico flexible y transparente que abarcan cara y
nariz. Se fijan con ayuda de una cinta elástica que se pasa por la parte posterior
de la cabeza. Hay distintos tamaños para lactantes, niños y adultos.
La mascarilla simple tiene dos orificios laterales a través de los cuales
entra el aire ambiental y sale el exhalado. La mascarilla Venturi dispone
además de un mezclador de aire y oxígeno. La mascarilla con reservorio
tiene dos válvulas unidireccionales (no permiten la entrada del aire
ambiental pero sí la salida del exhalado) acoplada una bolsa de vinilo. Permiten administrar O2 con FiO2 superior al de las gafas nasales, pero son
más incómodas y se toleran peor. En cuanto a los cuidados: no se deben administrar flujos menores de 6 litros por minutos pues se podría retener
el CO2 espirado. En las mascarillas con reservorio se debe aportar el flujo
suficiente para que la bolsa se encuentre llena de forma permanente
(también durante la inspiración).
No hay comentarios:
Publicar un comentario